Además de la cocina y el baño, el albergue pone a disposición de los peregrinos diez camas. Y aunque no suele ser habitual que se ocupen todas en la misma noche, «ya ha sucedido en más de una ocasión», afirma Raquel Martín, presidenta de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Ávila. Ella lo sabe bien porque es uno de los veinte voluntarios que cada semana se turnan para hacer las funciones de «hospitalero» del albergue, en el que hasta el pasado 23 de julio habían dormido 202 personas, «tantas como durante todo el año pasado, y eso que de este sólo llevamos siete meses», apunta. Y ese incremento de la ocupación del albergue tiene mucho que ver con el tirón de este Año Jacobeo, «que anima a mucha más gente a hacer el Camino de Santiago», dice Raquel Martín.
La clave está en la adicción que crea la ruta jacobea en todo aquel que la prueba. «El Camino engancha», asegura Raquel, por eso «después de haber hecho el Camino Francés, mucha gente busca otras alternativas para seguir haciéndolo y una de ellas es hacer el Camino de Santiago del Sureste, que es el que pasa por Ávila», explica. De hecho, la mayor parte de los peregrinos que llegan al albergue abulense «son jubilados que tienen entre 50 y 60 años» y la mayoría de ellos ya ha realizado el Camino de Santiago anteriormente, «les ha picado el gusanillo y repiten».
Un buen augurio de que este 2010 sería un año de incesante actividad en el albergue abulense se produjo «el mismo día de Año Nuevo», cuando llegó «un grupo de jóvenes argentinos que iniciaban aquí el Camino», recuerda. Y es que muchos de los peregrinos que recalan en la capital abulense es para iniciar aquí la ruta Jacobea y recorrer «los 525 kilómetros» que separan Ávila de Santiago.
Pero antes de emprender viaje hacia Gotarrendura, que es el final de la siguiente etapa del Camino, los peregrinos que llegan a Ávila buscan el descanso que ofrece su el albergue, donde a su llegada «les sellamos la credencial y les facilitamos la información que necesiten», apunta Raquel. La única condición para que hagan uso de sus instalaciones es que «sólo permanezcan una noche y que dejen todo en perfecto estado», condiciones que los peregrinos cumplen a rajatabla: «Son respetuosos y nunca nos hemos encontrado con desperfectos en el albergue, pero no nos extraña porque el peregrino nunca exige, sino que agradece», comenta Raquel, al tiempo que añade que si alguien provocara algún destrozo en las instalaciones «se estaría cerrando las puertas de todos los albergues del Camino de Santiago».
Uno de los encantos de la Ruta Jacobea es que «iguala a los peregrinos», de ahí que en las diferentes etapas, como en los distintos albergues, convivan en armonía personas con vidas y orígenes dispares. «Al albergue de Ávila han llegado ilustres catedráticos e, incluso, un italiano millonario y todos, tras el esfuerzo del Camino de Santiago, se han lavado su ropa como cualquier otro, porque aquí todos somos iguales», destaca Raquel.
Fuente: http://www.diariodeavila.es/noticia.cfm/Local/20100801/a%C3%B1o/jacobeo/dispara/uso/albergue/peregrinos/avila/2349D2E9-D128-9970-3F28F3E05E481827
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