A partir de las cinco de la madrugada los caminantes se despiertan para iniciar una nueva etapa y a la una de la tarde las 12 plazas disponibles ya están cubiertas
Es Año Santo y en la puerta de Galicia del Camino del Norte, en Ribadeo, doce plazas para un albergue de peregrinos resultan netamente insuficientes. El run run es constante y se repite cada día desde hace semanas. Con el buen tiempo, la afluencia de caminantes que se animan en esta aventura es cada vez mayor. El patrón se mantiene. En torno a las seis de la mañana comienza el movimiento en el albergue, con los peregrinos que se desperezan -más de uno prepara sus castigados pies con vendas- y se disponen para iniciar una nueva jornada que les llevará hasta Gondán (a unos 21 kilómetros) o a Lourenzá (29 kilómetros). Solo los más valientes y preparados se atreverán a ir hasta Mondoñedo. Alguno desayuna en las modestas instalaciones del albergue, pero lo habitual es hacer un alto en cualquier bar en el casco urbano o más hacia el interior.
El albergue poco a poco languidece durante unas horas, hasta que sobre el mediodía comienza a llegar la nueva remesa de caminantes. Hoy, a la una de la tarde ya están las doce plazas ocupadas. Los peregrinos se informan con antelación de las etapas y saben de la escasa capacidad del albergue ribadense gracias a las guías que se han procurado antes de comenzar el camino. Claro que tienen otra opción, el alberque provisional habilitado por el Ayuntamiento al lado del pabellón. Sin embargo hoy está cerrado, así que los que contaban con esta posibilidad deben seguir hasta Vilela, donde la Junta y el Ayuntamiento han acondicionado una escuela como albergue eventual. Alguno, quizás, se anime a seguir hasta Gondán.
Sandra y Joan son una joven pareja de madrileños de 28 y 31 años. Habían iniciado el Camino de Santiago ese mismo día, a las nueve de la mañana, desde Vegadeo. Llegaron al mediodía al albergue ribadense y pusieron sus sacos y mochilas en las literas con la intención de que eso fuera suficiente para reservarlas. La prioridad para ellos era quitarse las botas y ponerse unas sandalias con las que ir a dar una vuelta por el pueblo y comprar algo para comer. Regresaron sobre las cuatro de la tarde, cocinaron lo que habían comprado, y después de una ducha se tumbaron a esperar hasta las ocho, momento en el que les vinieron a poner su segundo sello en la acreditación del peregrino. Su intención era acostarse lo antes posible, ya que a las cinco de la madrugada tenían pensado comenzar su segundo día de caminata y recorrer los 29 kilómetros a los que se encuentra Lourenzá. Entre risas y el cansancio propio de la primera toma de contacto aseguraban que iban a «hacer todo lo que estuviera en sus manos para pasárselo lo mejor posible en esta experiencia».
Al albergue llegaron también Katrin Meiningar y Annika (42 y 16 años), madre e hija procedentes de Alemania y amantes del senderismo. Iniciaron el camino hace nueve días en Ribadesella y hoy salieron desde La Caridad, llegando poco después del mediodía a Ribadeo. Fueron las últimas en conseguir sitio para dormir. Nada más llegar lavaron la ropa que a lo largo del camino habían ido acumulando y, sin tumbarse a descansar, se aventuraron a descubrir lo que les ofrecía el pueblo de Ribadeo. Regresaron cargadas de bolsas con todo lo necesario para reunir fuerzas y afrontar el día siguiente, que comenzaría a las seis de la mañana, y las próximas nueve etapas con las que contaban dar por finalizado el Camino de Santiago.
Fuente: http://www.lavozdegalicia.es/amarina/2010/07/14/0003_8608520.htm
miércoles, 14 de julio de 2010
Un día en el albergue de Ribadeo
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